martes, 16 de octubre de 2007

Editorial Lista 15 Montevideo

El país del absurdo
¡Que poca confianza que se tienen! ¿Se estará produciendo el milagro? ¿Se estarán percatando de que su permanente castigo a los uruguayos de va a tener costos electorales? Al menos así parece.

El presidente de la República anunció que sería conveniente elevar el "mínimo no imponible" del IRPF. ¡Gracias por tardar menos de un año en darnos la razón! Le tenía que pesar en las encuestas al Sr. Vázquez para que se diera cuenta lo dañino que es para el uruguayo medio un impuesto que grava su trabajo cotidiano, el sudor de su frente, y que por otra parte inmoviliza la economía del país. Los ricos tienen recursos para poner su dinero en el extranjero; los trabajadores no. Pero el "presidente de todas las uruguayas y todos los uruguayos" parecía no darse cuenta. Señor presidente: no se limite a elevar el mínimo no imponible. ¡Deróguelo!. Deje de hacer a nuestro pueblo el burro de carga para susntentar el copioso peso de un Estado que se agranda conforme a las necesidades electorales de la "colección de izquierdas".

Pero nuestro oncólogo/presidente no midió sus palabras. Él -que es tan futbolero- dejó nuevamente en offside al ministro de Economía y Finanzas. Respuesta clásica de Astori: claro que elevaremos el mínimo no imponible, pero no ahora, el próximo año o tal vez el otro. ¡Cuánto más cerca de las elecciones mejor! ¡Sigan midiendo costos electorales! Nosotros, velamos y velaremos por que se cumplan los intereses del pueblo, por que nuestros jóvenes tengan un proyecto de país. Nosotros quienes estamos para construir, somos los defensores del Uruguay del mañana y del futuro. Del mañana que ni siquiera se esboza y del futuro muy lejano, ese que está más allá de una, dos o tres elecciones.

La realidad es más fuerte que cualquiera de las fantasías que proyectaron durante sus más de tres décadas en la oposición destructiva. Ahora, "cuando los números cuentan" se dan cuenta del mal que le causan a la población. Aún peor, cuando las cifras pesan, se ponen indefectiblemente a hablar de candidaturas y más concretamente, de la re-elección.


Analicemos el panorama: Astori ya mostró la hilacha -con lo del IRPF no lo vota más nadie-; Mujica ya llegó a su techo electoral. El resto del gabinete y de la primera plana del gobierno son figuras decorativas que lo único que hacen es repetir un mismo discurso cual disco rayado. La única persona que puede conducir esa mal llamada coalición es el presidente de la República. Y, él -que íntimamente no ha renunciado a sus pretensiones de un segundo mandato consecutivo- dándose cuenta de ello, hace alocuciones demagógicas y electoralistas.

A esta administración no le gusta gobernar, le gusta el poder. Al oficialismo le falta coherencia, cohesión, ponerse de acuerdo entre ellos para poder gobernar un país. Si no estamos de acuerdo sobre el rumbo a tomar va a ser muy difícil que nuestro pueblo tenga certezas y seguridades para construir proyectos y concretar ilusiones. Es peor todavía, si ese camino está marcado por las vicisitudes de una fuerza política en constante pugna interna -y no nos cansaremos de decir que este gabinete no es reflejo de capacidades sino de cuotas políticas-, nuestra gente quedará atada a las decisiones tomadas con irresponsabilidad dentro del seno del partido gobernante.

Nuevamente la alternativa es clara. El rumbo está marcado. Esto no es cuestión de maniqueísmos. Aquí no se enfrentan los “buenos” contra los “malos. Aquí si se confrontan la realidad y la fantasía. La honestidad y la hipocresía. La lucha del Uruguay actual radica en las diferencias entre el verdadero proyecto de país para nuestra gente: que no mide costos electorales, que “canta la justa”, que "se la juega" por lo que cree, que es coherente en acción y discurso. Y el de quienes se escudan en formas aparentes: sólo piensan en los resultados de las encuestas, pelean entre ellos, no logran tomar posturas comunes, antes eran una cosa y ahora son otra, se erigieron como defensores del pueblo y lo único que consiguen es que se vayan 50.000 uruguayos por año cuando el país crece como nunca, quienes están desperdiciando la mejor coyuntura económica en años, etc., etc.

Hoy más que nunca las diferencias son evidentes. La opción es clara. Estamos y estaremos bien lejos del proyecto de la hipocresía, de la mentira, del corto plazo, de los “objetivos” grandilocuentes y de vaga definición, de las falacias y los sofismas; estaremos bien lejos del proyecto del absurdo, de quienes en pos de perpetuarse en el poder nos quieren hacer recorrer la senda que conduce al retroceso, y no a la vanguardia, al porvenir, al progreso.

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